Jhen-Los desolladores

Jhen-Los desolladores
En principio Jacques Martin se inspira en un suceso dramático ocurrido al final de la Guerra de los Cien Años. Al retirarse gradualmente de un conflicto casi terminado, los reyes de Francia e Inglaterra se iban deshaciendo de algunos de sus mercenarios. Compañías enteras de soldados se encontraron sin recursos y se convirtieron en hordas de saqueadores que asolaban la campiña francesa. Ante la crueldad de estos guerreros la historia les ha dado el nombre de desolladores, describiendo de forma realista Jacques Martin el comportamiento de estas bandas de sangrientos soldados.

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De este modo Jhen se ve requerido por un señor (feudal) que desea fortalecer las murallas de su ciudad. Pronto la ciudad se ve rodeada por un ejército de desolladores y la aventura se convierte en la historia de un asedio militar a través de una serie de ataques que continuarán durante varias semanas. La historia tiene por momentos un carácter didáctico. Esto permite a Jean Pleyers dibujar con su minuciosidad acostumbrada las murallas, el despliegue de soldados y las catapultas que nublan el cielo con sus proyectiles.

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Como acostumbra, Jean Pleyers multiplica los detalles de decorados y vestuario. Algunas viñetas podrían parecer sobrecargadas pero la sofisticación del diseño no quita legibilidad. El avance de un ejército por un camino adquiere de este modo el tamaño y la categoría de una pintura.

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Lejos de contentarse dibujando bellas imágenes, el dúo Martin-Pleyers también juega con la puesta en escena. Los autores exploran las posibilidades del noveno arte y crean varias secuencias audaces. Por ejemplo, la noche del asalto a las murallas se describe por medio de una serie de grandes viñetas estrechas que se extienden por toda la altura de la página y suponen un hito creativo.

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Una buena historia debe igualmente presentar unos personajes de peso y Jacques Martin crea para la ocasión algunos muy destacados. Los aliados son tan peligrosos como los enemigos y Conrad Tierstein, el terrible cabecilla de los desolladores, casi parece blando en comparación con el feroz Gilles de Rais. El Señor de la Méhargne, preboste real, se nos muestra todavía más ambiguo aunque su papel no es destacado. Para obtener un agradable efecto de contraste, el papel protagonista no es para los desolladores sino para un simple par de amantes. Ariana y Prefecto vivirán una breve y trágica historia de amor en medio de esta guerra; esta historia paralela aporta un toque de humanidad.

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Finalmente el asedio termina con la intervención de Gilles de Rais, quien viene al rescate de su arquitecto. Las barbaridades de Barba Azul vuelven a escena y Jhen descubre nuevas abominaciones contra las que se mantiene extrañamente impasible. No se rebelará hasta el siguiente álbum titulado Barba Azul… pero eso es otra historia.
Para mí este es el mejor álbum de la serie. Los desolladores son un intermedio en la larga y sombría saga de Gilles de Rais. Con Jacques Martin descubrimos un reino de Francia devastado al final de la Guerra de los Cien Años, y nos encontramos con un nada elegante medievo más sangriento de lo que podamos imaginar. Las costumbres de Gilles de Rais no eran en el fondo otra cosa que consecuencia de un tiempo en el que el condestable no tenía el monopolio de la ferocidad.

 

Escrito por Raymond del foro Lefranc, Alix, Jhen … et les autres. Traducción de Metamol.


El Oasis-Lefranc

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El Oasis, es una de las aventuras del rubio periodista de la etapa Gilles Chaillet, con guión de Jacques Martin, publicado en su día porLefranc42 Grijalbo (y proximamente por Netcom2) que más me ha gustado.

El argumento de entonces sigue estando vigente hoy en día, dibujado al principio de los años 80, es un álbum que no ha envejecido para nada. El planteamiento es el de unos terroristas islámicos, piratas del aire, que secuestran un Airbus con todo su pasaje y tripulación. Como es de esperar, con esta acción pretenden chantajear al gobierno pidiendo un rescate. En el avión se encuentra como no, el jóven JeanJean, amigo de Lefranc. De esta premisa parte esta exótica aventura ambientada en el desierto del Sáhara.

Con un desarrollo muy cinematográfico, al principio, se nos situa en un punto más o menos avanzado de la aventura, para a continuación, ir explicando mediante algún flashback el origen y transcurrir de los acontecimientos previos, hasta ponernos al día. Para ello, se intercalan viñetas simultaneas sin recurrir apenas a textos de apoyo, y estas por si mismas, unicamente por el dibujo, funcionan hábilmente dando a la narración y a la lectura fluidez y claridad.

Hay escenas destacables a comentar, remarcables son las viñetas de escenas aéreas, en concreto una donde los paracaidistas saltan del avión. Como en una película, fotograma a fotograma, vemos en una sola viñeta que se convierte en secuencia, el salto al vacio del paracaidista con la progresión completa de la acción, expuesta mediante diferentes figuras, hasta que finalmente el soldado toma tierra. Heredero del maestro Hergé, Jacques Martin tomó buena nota de su paso por los estudios, que duda cabe. Incluso con uno de los personajes, Rahim, hace un amago de gag, (aislado y gratuito en el conjunto de la narración), pero no por ello menos curioso (pues el autor era poco dado a ellos) e inevitablemente le recuerda a uno, a cierto Capitán de la marina mercante.

El dibujo es muy bueno de comienzo a fin, sin altibajos y el guión funciona sobradamente bien con personajes interesantes, medianamente bien desarrollados y definidos (dentro de los límites que imponen las 48 páginas).
Para dar apoyo al héroe Guy Lefranc, aquí muy en la línea de James Bond, este es equipado con un planeador especial y un fusil paralizante, por una especie de agente Q. Y por seguir con el guiño al agente 007 del cual Lefranc es muy deudor, la chica Bond aparece casi al final, muy fugazmente… ponerla al inicio de la aventura hubiera dado más juego.

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Una excelente composición de páginas donde resaltan especialmente viñetas verticales y horizontales. Una muy buena ambientación, acción, aventura…. en fin, un tebeo de los que ya no se hacen y que cuenta con todos los ingredientes para pasar un buen rato.

El tandem Jacques Martin/Gilles Chaillet consigue unos muy buenos resultados en esta ocasión. En resumen una aventura muy recomendable, y para mi gusto, de las mejores de esta etapa.

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Alix-La sombra de Serapis

Alix-La sombra de Serapis

Sinopsis editorial:

En Roma, César acaba de ser informado de que han raptado en Egipto a Cesarión, el hijo nacido de su unión con la reina Cleopatra. Muy preocupado, delega a Alix la investigación de esta desaparición en Alejandría. Pero parece que alguien más sabe de esta misión. En efecto, en Ostia, desde donde pretenden embarcar, Alix y Enak son espiados y seguidos por unos desconocidos que dejan, como indicio de su presencia, una misteriosa piedra egipcia.
Más tarde, en el mar, los dos amigos son de nuevo víctimas de quienes tratan de asesinarles. Después de haber escapado de sus enemigos y llegados a Egipto, Alix y Enak optan por la confrontación abierta y piden audiencia a Cleopatra en persona, presintiendo que ella no ignora los acontecimientos que han tenido lugar…

Comentario:

Marco Venanzi, romano de nacimiento, nos deslumbra con este nuevo álbum a continuación de su anterior trabajo «El testamento de César» con el que también debutó en la serie.
En esta última entrega, Venanzi, pega un salto cualitativo gráfico importante, pues la mejora de su trazo y dibujo es notable, rozando el sobresaliente, -si hay un pero, en mi opinión, es que encuentro que tiene que trabajar un poco más las expresiones de los personajes-, no obstante, la aproximación a Martin encesartestamento muchos aspectos es sustancial. Por otra parte, hay un gran trabajo en los decorados.
Para ello, argumentalmente, -y aunque para mi gusto sobran algunos textos de apoyo-, ha tenido la ayuda del prestigioso guionista Françcois Corteggiani (Blueberry). Así Marco, se ha dedicado integramente a lo que mejor saber hacer, dibujar. No en vano «El testamento de César» nos dejó con un regusto a episodio de C.S.I. en tiempos de A.C. donde el autor se tomaba algunas licencias un tanto arriesgadas respecto a alguno de los personajes clásicos.

La sombra de Serapis, la número 31 de las aventuras de Alix, es ante todo, un álbum bien realizado pero sin las señas de identidad que lo hicieron grande. Un Alix de personajes, intimista, donde se nota el esfuerzo del autor por aplicarse dentro de los parámetros clásicos. El resultado, es una intriga de palacio entretenida, pero no hay legiones, batallas, ni grandes gestas.
Con un buen plantel de personajes, no profundiza tanto como podría haber hecho, pues creo que con la masacre del principio -un tanto extensa – quizás resta el desarrollo de aquellos, consumiendo páginas. Además, quedan algunas cosas en el aire, que puede se resuelvan o no más adelante en otros álbumes, como es el caso, por ejemplo, de Isadora, la esclava e interesante «amiga» de Enak

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Un Alix intimista hasta el punto de entrar en el juego de la seducción entre personajes, como son Cleopatra y Alix, tocando en muchos aspectos el erotismo, dejando atrás la sombra de la homosexualidad atribuida durante tanto tiempo al personaje. Nunca antes se había mostrado una Cleopatra tan sumamente voluptuosa y sugerente, ni a un Alix tan predispuesto y motivado.

Una vuelta a un escenario conocido por todos, Egipto, que rememora títulos míticos, como son «El príncipe del Nilo»Oh Alejandría!». Alix tambiėn se encuentra a Cleopatra en «El río de Jade» (donde ya hubo romance) y en «El demonio de Faros.»

Empieza una gran época para los fans del galo-romano, pues vamos a poder alternar lectura con dos grandes autores, Marco Venanzi (al que ya conocemos) y Marc Jailloux, la nueva promesa recién salida de la factoria Martin. Después de algunos capítulos no demasiado buenos, esto es lo mejor que podía sucedernos a los Alixmaníacos.

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Alix Senator-Las águilas de sangre

Seguramente, más de uno pensará que ya estamos otra vez con otro Alix nuevo del montón, que quiere seguir explotando la franquicia hasta el infinito, pero no, en este caso, tengo que decir rotundamente no. Alix Senator es una serie nueva e independiente a la original y clásica de Jacques Martin que mantiene muchas cosas de esta, eso sí. Le es fiel en muchos aspectos, en realidad, se trata de una secuela. Nos presenta al Galo-Romano con aproximadamente 50 años de edad, ha prosperado, es senador en Roma, tiene un hijo y es mentor del hijo de su amigo Enak, que aquí ha desaparecido. También es amigo y consejero del emperador Octavio Augusto que ahora gobierna.

A una portada muy seductora, le sigue un dibujo muy detallado, sin duda muy bueno, buenísimo. Se puede apreciar que el trazo en negro es mínimo, apenas para perfilar. Cada viñeta es un cuadro de colores casi de paleta de pintor, que te entra por los ojos muy rapidamente. Se utilizan una serie de sombras y brillos para dar volumen y dimensiones a las caras, de hecho, los rostros son de una expresión vivísima, casi reales. Textos muy pocos o los estrictamente necesarios para dar verosimilitud al relato, aquí el dibujo es el que narra primordialmente, el que marca el ritmo, y esto, creo que es uno de sus puntos fuertes.

Lo que más me ha gustado, ha sido un detalle del final muy bien engarzado con el pasado de Alix, es 100% Martin. Aunque se nos muestra dentro de otro estilo diferente, pues no es línea clara, el dibujo es realista aunque respetando las señas de identidad de Alix. Este cambio de tercio tan novedoso, pienso atraerá a un nuevo público además de conservar al de siempre. Alix es muy diferente pero a la vez, paradojicamente, es el mismo de siempre, solo que ha madurado. Te lo crees al verlo, porque ahora con sus canas, sigue teniendo la misma cara de niño, aunque no se ha quedado petrificado en el tiempo, y esto lo hace más humano, mucho más cercano y real. Un Alix menos maniqueo, con una lectura a dos níveles donde nada es explícito, con una trama detectivesca, intrigas palaciegas y profecías.

La recreación de Roma es majestuosa, con viñetas enormes donde se muestra dicha estampa. Si el símbolo de Roma es el águila, aquí está bien presente como parte del argumento, no en vano es parte del título … y que cabe decir del rigor histórico, como suele ser habitual excelente, nada que no sepamos ya.. Y no quiero desvelar más. Alix Senator aguarda muchas sorpresas y alegrías, y lo que es mejor, prepara a Alix para las nuevas generaciones… Buena lectura.


Las aventuras de Miquel Mena-Ladrones de Almas

He leído el previo que ofrece la editorial Netcom2 para prensa, y estas son mis impresiones sobre este cómic de producción propia.

Una portada sugerente, un elegante auto Hispano-Suiza de época que huye a la carrera conducido por una dama, dos personajes, Miquel Mena con el ceño fruncido preocupado y el otro, «Boro» mirando vigilante atrás al enemigo que los persigue con pistola en mano. ¡Invita a leerlo!.

Nada más abrir el álbum, ya le trae a uno recuerdos tintineros, con solo mirar las guardas con todos los personajes del tebeo desfilando por ellas. Enseguida reconoces el lugar, ahí está la famosa Boquería, el mercado de St. Josep, las Ramblas. Añó 1915, la Barcelona modernista que vió nacer a mi abuelo, nos presenta a dos científicos, el botánico Miquel Mena y el químico Salvador Losada, alías Boro. A raiz de unas investigaciones con plantas tropicales, nuestros amigos, hacen el descubrimiento del siglo, algo que revolucionará la medicina y ayudará a la Humanidad. Tras ser dado a conocer al público en una recepción de la alta burguesía, se producen una serie de sabotajes, robos e incendios. Intereses ocultos, personajes siniestros y una potencia extranjera, tratarán de hacerse con dicho secreto con fines bélicos, todo transcurre con el telón de fondo de la Primera guerra mundial, con espías alemanes y submarinos en nuestras costas vigilando. Hacen aparición algunos personajes que existieron en la realidad.

Pronto te das cuenta de que el solvente dibujo de José Luis Povo se vé fuertemente apoyado por el sólido guión de Pablo Herranz. La reconstrucción histórica es minuciosa y rigurosa, paseando al lector por lugares comunes, escenarios y edificios míticos diversos que todo barcelonés reconocerá al momento. Estos son dibujados con el arte y la maestría de un arquitecto. Entre otros, vemos; el Hospital Sant Pau, la casa Fuster, la avenida Tibidabo, el edificio de aduanas del Puerto de la ciudad Condal..

Barcelona, Bilbao, Rotterdam, Bruselas, Brujas, todo un periplo iniciático que llevará a nuestros personajes en su aventura a la búsqueda del valioso descubrimiento robado, con muchas dosis de acción trepidante, suspense e intriga, y algún gag. Además, se introduce el humor y la seducción galante de la mano de Ruth Arness, la moderna protagonista. Sin darte cuenta, todo va fluyendo y la lectura avanza rápido página tras página, se percibe la gran labor realizada por estos dos autores, en el que es su primer proyecto juntos.

Los guiños; las escenas acuáticas de los buzos, me ha recordado mucho a E. P. Jacobs y «El secreto del Espadón», donde en un conflicto bélico ocurren y se suceden muchos episodios y escenarios diferentes entre sí. Corcorán, otro actor de la función, tiene el aspecto de el Capitán Blake de las mismas aventuras de Blake & Mortimer.

La influencia de Hergé es clara en muchos aspectos, como son los rasgos y gestos de los protagonistas, además, los autores han sabido dotar a cada uno de ellos de un caracter definido, con su propia personalidad, haciendo a estos creíbles, se diría que cobran vida propia por si solos. Se nota el cariño del dibujante hacia el creador de Tintín.

Clara, la palabra «clara», le surge inconscientemente al que escribe estas líneas, y es que esta es la línea -valga la redundancia- de este cómic actual con aires clásicos, es ingenioso, original, bien narrado y muy fácil de leer.

 


Bretaña en el cómic (I)

Releyendo unas y otras series me doy cuenta del gran número de ellas que se sitúan en Bretaña o por lo menos dedican una de sus aventuras en esta región del oeste de Francia. Salvaje, indómita, con una fuerte personalidad marcada por su herencia y cultura celtas, de las cuales se sienten orgullosos sus habitantes, Bretaña es para mí una de las regiones más impactantes y bellas del país galo. El cómic ha sabido indagar en ella, explorarla, exprimirla incluso, para llegar a temas recurrentes como las leyendas y el mundo mágico de Merlín, las hadas, que pueblan lugares como el fantástico bosque de Broceliande. Desde el mismo Astérix, que vive en Armórica, la Bretaña prerromana, muchos han sido los personajes que se han dejado ver por esas costas de granito, donde braman las olas con furia y los frailecillos revolotean con las gaviotas. Es esa fascinación que provoca el mar y la larga tradición bretona de navegantes (como Jacques Cartier, el descubridor de Canadá) lo que atrajo a Charlier y Hubinon para hacer viajar a Eric, el hijo de Barba Roja, a la ciudad bretona de Saint Malo, puerto de piratas, en «El rey de los siete mares», creo recordar. Hubinon muestra poco de la ciudad amurallada: sus poderosos muros, reconstruidos en parte tras la II Guerra Mundial, y a gentes bretonas con los trajes típicos: casacas y sombrero de ala ancha de los hombres, cofias de las mujeres. Será en Saint Malo donde Eric se reencontrará con su padre.
Otro que no podía pasar sin dedicar una aventura a Bretaña es Fournier. El dibujante de origen bretón que retomó Spirou después de Franquin dedicó a su querida Bretaña el álbum titulado «L’ Ankou». En esta aventura, Spirou y Fantasio acuden a Bretaña para asistir a un congreso de magos, al que van también sus amigos Ororea e Itoh Kata. Allí descubren que la central nuclear del lugar posee un producto letal. Un personaje fantástico y siniestro aparece para avisarles acerca de la central: Ankou. Este personaje del folklore bretón representa la muerte o bien un servidor de ella, que vaga por los caminos de Bretaña con un carro para depositar a los condenados. Es bastante similar a la Santa Compaña de Galicia y a la Güestia de Asturias, ya que estas dos regiones españolas tienen también un pasado celta. Ankou se encoleriza al ver que no causa temor en los protagonistas, más bien enfado, sobre todo en Fantasio. Una vez más, Fournier introduce su mensaje ecologista o conservacionista. Nos presenta incluso la ciudad de Quimper, aunque solo sea por unos momentos, con su impresionante catedral al fondo.


Astérix: las cosas como son

Circula cierto diccionario sobre Astérix por la red que presume de ser una enciclopedia sobre el galo más famoso del cómic, pero que de lo único que puede presumir es de ser leído más que los libros de Sánchez Dragó. Para empezar, no es original, ya que copia la idea del «Diccionario de Tintín» de Tony Acosta mediante la simple excusa de «Si hay un diccioanrio de Tintín ¿por qué no hacer lo mismo, pero con Astérix». Pero la comparación entre estos dos escritos (no puedo decir dos obras) en cuanto a su documentación y calidad es de una lejanía solo comparable a la distancia entre Madrid y Vladivostok, es decir, enorme.
Para empezar, no permite participar en el blog, a diferencia de la mayoría de los blogs que tienen como uno de sus rasgos más destacados la participación, para así poder opinar acerca de los posts o reseñas, criticar si es necesario, etc. Esto ya quiere decir que el (supuesto) administrador de este blog solo está interesado en su opinión, lo cual dice mucho por su parte. En segundo lugar, el autor (o autores) no solo no sabe mucho sobre Astérix, sino que sabe poco sobre cómic en general. Me estoy refiriendo concretamente al apartado titulado Errores ¡Qué más da que las placas (por cierto se dice tablas) del carro de «Astérix el galo» cambien de número de una viñeta a otra! Todo autor y lector de comics sabe que no es más que una técnica para indicar que en efecto el carro está hecho de tablas. Igual que en una pared de ladrillos el dibujante dibuja solamente 3 o 4 ladrillos, no es necesario dibujar los ladrillos exactos y con el mismo número cada vez. Es de sentido común. En el templo de Luxor hay efectivamente carneros y todavía estaban en el siglo I a.C. (época de Astérix). Para presumir de documentarse antes hay que hacer precisamente eso: documentarse, no consultar Wikipedia o incluso simular haberlo hecho. Estos son solo unos ejemplos.
Uderzo no era un historiador, ni tenía intención de serlo, pues lo que pretendía junto a Goscinny en todos los álbumes del guerrero galo era parodiar la sociedad europea del siglo XX utilizando para ello la Galia del siglo I a.C. Lo mismo hicieron los Monthy Pyton y tantos otros. Pero hasta un crío de 2 años sabe que esta era realmente la intención de los autores y no la de ser rigurosos autores de comic histórico como Jacques Martin o Patrick Cothias. Astérix es además un comic humorístico, para empezar (y para terminar). Por eso, sobra el apartado de Anacronismos, pues es absurdo de acuerdo a la idea principal de la serie. Todo el mundo sabe que los naipes, los coches de choque, Don Juan, las libras o la frase «Estudias o trabajas» se inventaron mucho después del siglo I a.C. Ya solo ponerlo ofende, pues indica que el lector es estúpido. Todo el mundo sabe también que Don Quijote y Napoleón no existían en aquella época, pero de nuevo el autor del diccionario se pasa de listo, pues en el caso de Napoleón se dice «nadie sabe quién se cree ser» («El combate de los jefes»), pues los autores dan por hecho que el emperador corso fue muy posterior a la época romana. Pero de nuevo se pasa de lsito, pues los bancos surgieron mucho antes que en el siglo XV como indica. Las oficinas de crédito existían ya en el imperio romano, antes y después. Y los esquíes fueron inventados por los vikingos y los esquimales como medio de desplazamiento, no de deslizamiento, desde muy antiguo.
Y ya en el diccionario propiamente dicho, el «genial» autor presenta cada personaje diciendo poquísimas cosas sobre él, menos aún que cualquier palabra del de la RAE. Tiene además la absurda idea de separar a los personajes de las caricaturas que encarnan, haciendo del blog una composición todavía más simplona (dudo además de la mayoría de la veracidad de las caricaturas que indica).
Quien no lea Astérix como un fascinante y tronchante medio de entretenimiento no puede en modo alguno realizar un estudio fiable sobre él. Pues aclarar lo obvio es insultar a los que le lean e indicar, al mismo tiempo, que se trata de una persona totalmente ignorante y que encima presume de ello. Las cosas como son.


El protagonismo colectivo (II)

Por otra parte, Palacios proyectaba una serie muy ambiciosa, pues pretendía abarcar desde la juventud del Cid (la serie comienza con la muerte del rey Ramiro I de Aragón en 1063 y un episodio ficticio acerca de un castillo en ruinas en algún lugar de Navarra) hasta el asesinato de Sancho II (por lo menos). Pero la serie solo llegó hasta la muerte de Fernando I de Castilla y solo ocupó 4 tomos. Pero por más personajes que se sumasen Sancho seguía siendo el protagonista.
Otros casos en los que sí se logró un protagonismo colectivo serían La patrulla de los castores, de Charlier y Mitacq, acerca de las aventuras de unos boy-scouts. Lo mismo sucede con La ribambelle (La pandilla) de Jean Roba, autor de Boule et Bill y colaborador de Franquin en algunos de Spirou.
No hay duda de que resulta difícil lograr el protagonismo colectivo y que siempre habrá un personaje que destaque más que los otros.


El protagonismo colectivo (I)

Muchos autores de cómic han buscado en numerosas ocasiones un protagonista que no fuese una única persona, sino varias. La razón es, principalmente, la dificultad por crear un protagonista original, nuevo, que no se parezca a otros y que no se gane las comparaciones o acusaciones de los lectores y los críticos. Surge del hecho de preguntarse: ¿cómo ha de ser el personaje principal de esta serie? ¿En qué época ha de situarse? ¿Ha de ser hombre o mujer? ¿Rubio o moreno? ¿Valiente, intelectual, etc.? Al mismo tiempo, algunos autores apuntan a que el hecho de que todas las historias de la serie giren en torno a un personaje principal (el protagonista), lo que para muchos es algo cómodo, les agobia: no deja espacio a personajes secundarios que, en muchas ocasiones, acaban ganándose el cariño y la admiración de los lectores (Obélix, Haddock, Fantasio…).
Es por ello que muchos autores se lanzaron a la búsqueda del protagonismo colectivo: un grupo, no una persona. Esta fue la iniciativa, por ejemplo, de Charlier y Giraud cuando decidieron crear Blueberry. En principio la serie iba a titularse «Fort Navajo», al igual que la primera aventura de la misma. Los autores proyectaron que, a diferencia de otras series western del momento, como Jerry Spring, la nueva serie narraría las aventuras de una guarnición del ejército de EEUU en un fuerte de Arizona. Pero enseguida el personaje del teniente Blueberry, con su personalidad rebelde y juerguista y su aspecto desaliñado (al estilo del actor J.P. Belmondo, que por aquel entonces era el actor de moda en Francia a raíz de la película «Al final de la escapada»), comenzó a sobresalir entre el resto de personajes y a partir de «El jinete perdido» era ya el protagonista indiscutible de la serie.
Lo mismo sucedió con El Cid, de Antonio Hernández Palacios. En su idea de crear una serie medieval al estilo del Príncipe Valiente, Palacios volvió su mirada a la figura de Rodrigo Díaz de Vivar. Tras documentarse sobre la España del siglo XI, se puso en marcha. Al igual que Charlier, Palacios deseaba dotar a la serie de un protagonista colectivo, a pesar del título y argumento de la misma. Para Palacios todos los personajes de la epopeya «cidiana» debían tener un papel principal. Enseguida comenzó a dotar al personaje de Sancho II de Castilla (por aquel entonces infante) de una personalidad que sobresalía. Vio en él un personaje atractivo y la idea original de protagonismo colectivo fue derrumbándose a favor de Sancho. El Cid se convierte en un simple secundario que no es ni siquiera el caballero del imaginario colectivo, sino un escudero todavía no consagrado en las grandes batallas.


La gran zanja

A raíz de la noticia reciente de que Uderzo había dejado a Astérix en manos de nuevos autores para el futuro decidí releer «La gran zanja», el primer álbum realizado por Uderzo en solitario tras la muerte de Goscinny en 1977. Mi idea era comprobar cómo se retomó la serie tras Goscinny para comprobar en el futuro cómo se retomará sin Uderzo.
Como sabréis, el argumento del álbum gira en torno a una aldea separada por la mitad por una zanja. Las dos mitades son enemigas y están lideradas por dos jefes rivales: Tocadix, jefe de la mitad izquierda, y Segregaciónix, jefe de la mitad derecha. En la viñeta en la que se le presenta a este éltimo podemos observar una caricatura del retrato de Luis XIV de Francia (el rey sol), realizado por el pintor Hyacintte Rigaud. Además pronuncia la famosa frase atribuida a este rey: «El pueblo (Estado) soy yo». Uderzo acude a la famosa historia de Romeo y Julieta para trasladarla a la Galia del siglo I a.C. Así, los dos bandos rivales son los Montesco y Capuleto de la obra de Shakespeare. Igualmente, Cómix, el hijo de Tocadix, es Romeo, y Fanzine, la hija de Segregaciónix, es Julieta. Otros autores de cómic han adaptado también la leyenda de los dos enamorados, ahora mismo me viene a la cabeza Hugo Pratt con «De otros Romeos y otras Julietas», recogida en «Las Etiópicas» de Corto Maltés. Y no falta un villano que quiere la mano de Fanzine y conspira con los romanos. Se trata de Acidonitrix, el galo con cara de arenque, sin duda el personaje más asqueroso de Astérix y uno de los más repulsivos del cómic.
Nuestros amigos de la aldea entran a escena cuando Tocadix decide pedir ayuda a Abraracúrcix, que fue compañero de armas suyo en la batalla de Gergovia (de nuevo vemos aquí cómo el haber combatido en aquella famosa victoria gala es un lazo de unión entre los galos, estén dominados por los romanos o no, como ya vimos en otros álbumes). Es Cómix el encargado de ir a llamar a Abraracúrcix. En esta aventura Astérix y Obélix son acompañados por Panorámix, como ya sucedió en «Astérix el galo», «Astérix y los godos», «Astérix y Cleopatra» y «Astérix en Helvecia» (aunque aquí solo les acompaña hasta Condate). La elección de Panorámix hace que él sea el cerebro y sea así un descanso para Astérix, que siempre tiene que ocurrírsele a él todo.
Como ya sabéis la historia termina con final feliz: Cómix y Fanzine se casan y terminan así con la división. La gran zanja es inundada por un río. Uderzo pone sobre el papel tortazos a los romanos, poción mágica y divertidos gags, que era lo que realmente a él le gustaba (el del tipo que tenái su casa dividida por la zanja es genial). Aunque sigue empleando algunos juegos de palabras como Goscinny no llega al gancho y la ironía del gran guionista. Este es el primer a´lbum donde se desarrollan escenas de fantasía: los romanos toman una pócima que les hace engordar como canicas gigantes y luego encogerse). Cierto es que la serie parte de un elemento fantástico como es la poción mágica, pero hasta entonces no se había recurrido a ese campo (solo en «El combate de los jefes» se puede ver a un legionario volando, pero poco más). Pero Uderzo parece ser muy amigo de la fantasía, como demostró más tarde en «La rosa y la espada», donde aparece un dragón salido de no se sabe dónde (¿?) y por supuesto en «El mal trago de Obélix», en el que Obélix se convierte en niño y visitan la mítica Atlántida.
Uderzo consigue realizar una historia entretenida y demuestra que su dibujo es extraordinario, pero la ausencia de su gran amigo y compañero de trabajo marcaría el resto de su carrera.